jueves, 30 de abril de 2020

Prioridades de los rescates financieros: Los seres vivos y no las empresas contaminantes

Mientras lamentamos la desaparición de nuestros seres queridos, y sacrificamos lo posible para cumplir con los requisitos de la cuarentena, grupos económicos poderosos están trabajando duro para conseguir fondos estatales para retornar al mercado, cualquiera sea su contribución al desastre. Ninguno más que el sector de la aviación, uno de los más golpeados y a la vez uno de los más involucrados en la transmisión internacional del virus.

Las aerolíneas representan a una multitud de gente trabajadora y valiosa, que merece apoyo como cualquier otro ser humano. Hay que apoyar a la gente, pero no hay motivo alguno para apoyar a una industria que ha sido y quiere volver a ser una de las mayores contribuyentes del calentamiento global.

Como dice George Monbiot en una imprescindible reflexión en The Guardian (aquí en inglés), una de las lecciones de la pandemia es que podríamos vivir felices con mucho menos viajes si de eso depende nuestra supervivencia. No solo es necesario para controlar la propagación de nuevas enfermedades, sino para reducir la amenaza de un cambio desastroso del clima mundial, un desastre que sigue en curso que sigue en curso aunque por ahora haya desaparecido en los titulares.

Monbiot enfatiza que cada crisis nos da la oportunidad de mejorar radicalmente, pero con frecuencia desperdiciamos tal oportunidad:

Es nuestra segunda gran oportunidad para hacer las cosas de otra manera. Podría ser nuestra última. La primera, en 2008, fue desperdiciada olímpicamente. Cantidades enormes de dinero público fueron malgastados rescatando la economía sucia de antes, mientras se asegura que la riqueza quedaba en manos de los ricos. Hoy en día, muchos gobiernos parecen decididos a volver al mismo error catastrófico.

Ahora tenemos la tarea titánica de construir una nueva economía después de la pandemia, una economía que nos da la posibilidad de mantener el futuro para nuestros descendientes. Y tenemos que pensar cuidadosamente sobre las industrias que vamos a necesitar:

Transporte aéreo es contaminante por naturaleza. No hay medidas realistas que podrían, incluso en el mediano plazo, hacer una diferencia significativa. Sabemos ahora que los programas de compensación de carbono son inútiles: cada sector de la economía tiene que recortar al máximo sus emisiones, así que nada se soluciona trasladando la responsabilidad de un sector a otro. La única reforma sustancial es volar menos. Cualquier cosa que impide la disminución de la industria aérea impide la reducción de sus impactos.

Vamos a necesitar la participación y la contribución de mucha gente. Necesitamos la gente, pero no necesariamente en el mismo rol. Hay que apoyar sí a la gente, pero dejemos a las empresas con su amada mano invisible del libre mercado:

…veamos lo que mucha gente pedía mucho antes de que ocurriera este desastre: un nuevo acuerdo verde. Pero dejemos de describirlo como un paquete de estímulo. Hemos estimulado demasiado el consumo durante el siglo pasado, por lo que enfrentamos un desastre ambiental. Digamos que es un paquete de supervivencia, cuyo propósito es proporcionar ingresos, distribuir riqueza y evitar catástrofes, sin avivar el crecimiento económico perpetuo. Rescatar a la gente, no a las corporaciones. Rescatar a los seres vivos, no a sus destructores. No desperdiciemos nuestra segunda oportunidad.